¿Qué es lo que pasa por la mente de aquel hombre a la
orilla del río? El hombre con los ojos completamente abiertos observando el
sucio río da unos pasos y se sumerge en aquellas aguas lodosas. Rápidamente el
agua penetra sus fosas nasales hasta atascar sus pulmones y tener una muerte
sucia y desesperada. Mientras en las sombras de la orilla, alguien lo observa
hundirse en aquellas aguas verdes casi negras. Junto a las orillas se encuentra
la civilización, lo más pobre y marginal de la sociedad que pronto estará en
desgracia.
Nuestra bestia se arrastra entre la basura y el cascajo que rodea al río casi con la barbilla y el pecho pegados al piso impulsándose como si fuera un cuadrúpedo. Él recorre varias calles ya pavimentadas alejándose del río, buscando su presa; entre tantas casas tan mal construidas que se van derrumbando con el paso del tiempo, la bestia hambrienta de más víctimas, ciega de las consecuencias, encuentra a unos niños que juegan fuera de su casa, dos niñas de 4 y 6 años y tres niños de 7, 9 y 11 respectivamente, todos hijos de una madre soltera que no para de tallar algunas prendas mientras escucha la radio a volumen alto. El monstruo se siente atraído por el niño de 9 años porque puede olfatearlo y sabe que lleva varios días sin bañarse, pero, debe ser cuidadoso y encararlo cuando el pobre esté completamente solo, sin que los demás hermanos puedan verlo, sin que la madre se dé cuenta. La bestia muy cautelosa espera el momento adecuado y cuando se presenta la pequeña oportunidad lo hace sin pensarlo. El pequeño infante queda completamente paralizado al ver a tal ser tan raquítico, erguido en sus dos patas y con una piel aceitosa, que fácil y rápidamente toma al pequeño para llevárselo mientras uno de sus hermanos ve y corre a gritarle a su madre. La madre en cuestión de segundos intenta correr tras el secuestrador de su hijo pero aquel es muy veloz. La mujer sin temor a nada comienza a gritar para que los vecinos la escuchen, alguien robó a su hijo. La gente de alrededor acude en su ayuda y todos juntos salen con palos y machetes a cazar al secuestrador. Alguien en la multitud dice haber visto al ladrón ir rumbo al río y todos sin cuestionar se dirigen a él abriendo el paso entre la basura. Enseguida muchos empiezan a quejarse del mal olor de excrementos y una nube de moscas que cubre el camino que rodea al río. La madre del niño que va hasta enfrente de la multitud no le importa en lo absoluto caminar entre animales muertos y el desagradable olor que producen, ella quiere a su hijo. Y ahí en lo más oscuro y recóndito encuentra a su hijo en la orilla con la cabeza baja dando pasos lentos hacía las corrosivas aguas. La madre grita y corre hacia él pero ella no se percata de que la bestia la está observando. Con un grito desgarrador que se ahoga en la peste de aquel ambiente sucio y olvidado, la bestia ataca a la madre antes de que salve a su hijo que está como hipnotizado sumergiéndose al río. La madre intenta defenderse pero el monstruo es más fuerte y le ha mordido el cuello con tal saña que le ha arrancado un trozo de carne con los dientes casi podridos, la mujer desangrándose ve la horrible cara de la bestia, sus enormes y desagradables protuberancias en la parte superior de la cabeza, la espuma con sangre que escurre de su boca y que gotea sobre su cara y en los últimos segundos se percata de algo más perturbador, la bestia es o llegó a ser un hombre. Uno de los hombres que acompañaban a la mujer golpea fuertemente la cabeza de la bestia con un tubo oxidado mientras los demás lo acompañan y una lluvia de golpes cae sobre el ser que patalea y lanza gritos guturales. Un machetazo calla los berridos del horrible monstruo, pues le han cortado la mitad de su cuello y su cabeza ha quedado colgando como tapa de una cajetilla de cigarros. El hombre cegado por la ira intenta darle otro machetazo para cercenarle la cabeza por completo pero esta vez falla y le corta la mandíbula destrozando el rostro de la bestia que muere en instantes. Una mujer horrorizada por lo que ha sucedido intenta salvar al niño pero las aguas se lo han tragado por completo, no hay señal de su cadáver y la mujer siente un terrible mareo, su visión comienza a oscurecerse y decide apartase de ahí. Las personas recogen los restos de la madre que ha muerto y deciden tirar los de la bestia al río.
El cielo empieza a nublarse y ellos se retiran lo más rápido posible, sienten un terrible miedo y la lluvia cae densa sobre sus rostros, apartando mares de ratas que se esconden entre la basura.
Un hedor asqueroso empieza a perseguir a los vecinos, en el interior de sus casas por varias horas, ellos tendrán la pesada tarea de soportar la pestilencia que los cubre, pues son los espíritus del río que están satisfechos por las almas que ha devorado el día de hoy. La gente de alrededor duerme después de un lúgubre funeral cuando ya ha caído la noche con temor a ser los próximos que caigan bajo el hechizo del río y sean devorados por él como el difunto niño o el pobre hombre del principio.
Tal vez no sea lo peor por lo que puedan pasar las personas que habitan cerca de ese lugar, lo que ellos no quieren ni imaginarse es llegar a convertirse en un abominable ser como aquella bestia, que sirva a los fantasmas del río y les entregue todas las victimas que éste les pida, y peor aún, convertirse en toda esa suciedad.
Nuestra bestia se arrastra entre la basura y el cascajo que rodea al río casi con la barbilla y el pecho pegados al piso impulsándose como si fuera un cuadrúpedo. Él recorre varias calles ya pavimentadas alejándose del río, buscando su presa; entre tantas casas tan mal construidas que se van derrumbando con el paso del tiempo, la bestia hambrienta de más víctimas, ciega de las consecuencias, encuentra a unos niños que juegan fuera de su casa, dos niñas de 4 y 6 años y tres niños de 7, 9 y 11 respectivamente, todos hijos de una madre soltera que no para de tallar algunas prendas mientras escucha la radio a volumen alto. El monstruo se siente atraído por el niño de 9 años porque puede olfatearlo y sabe que lleva varios días sin bañarse, pero, debe ser cuidadoso y encararlo cuando el pobre esté completamente solo, sin que los demás hermanos puedan verlo, sin que la madre se dé cuenta. La bestia muy cautelosa espera el momento adecuado y cuando se presenta la pequeña oportunidad lo hace sin pensarlo. El pequeño infante queda completamente paralizado al ver a tal ser tan raquítico, erguido en sus dos patas y con una piel aceitosa, que fácil y rápidamente toma al pequeño para llevárselo mientras uno de sus hermanos ve y corre a gritarle a su madre. La madre en cuestión de segundos intenta correr tras el secuestrador de su hijo pero aquel es muy veloz. La mujer sin temor a nada comienza a gritar para que los vecinos la escuchen, alguien robó a su hijo. La gente de alrededor acude en su ayuda y todos juntos salen con palos y machetes a cazar al secuestrador. Alguien en la multitud dice haber visto al ladrón ir rumbo al río y todos sin cuestionar se dirigen a él abriendo el paso entre la basura. Enseguida muchos empiezan a quejarse del mal olor de excrementos y una nube de moscas que cubre el camino que rodea al río. La madre del niño que va hasta enfrente de la multitud no le importa en lo absoluto caminar entre animales muertos y el desagradable olor que producen, ella quiere a su hijo. Y ahí en lo más oscuro y recóndito encuentra a su hijo en la orilla con la cabeza baja dando pasos lentos hacía las corrosivas aguas. La madre grita y corre hacia él pero ella no se percata de que la bestia la está observando. Con un grito desgarrador que se ahoga en la peste de aquel ambiente sucio y olvidado, la bestia ataca a la madre antes de que salve a su hijo que está como hipnotizado sumergiéndose al río. La madre intenta defenderse pero el monstruo es más fuerte y le ha mordido el cuello con tal saña que le ha arrancado un trozo de carne con los dientes casi podridos, la mujer desangrándose ve la horrible cara de la bestia, sus enormes y desagradables protuberancias en la parte superior de la cabeza, la espuma con sangre que escurre de su boca y que gotea sobre su cara y en los últimos segundos se percata de algo más perturbador, la bestia es o llegó a ser un hombre. Uno de los hombres que acompañaban a la mujer golpea fuertemente la cabeza de la bestia con un tubo oxidado mientras los demás lo acompañan y una lluvia de golpes cae sobre el ser que patalea y lanza gritos guturales. Un machetazo calla los berridos del horrible monstruo, pues le han cortado la mitad de su cuello y su cabeza ha quedado colgando como tapa de una cajetilla de cigarros. El hombre cegado por la ira intenta darle otro machetazo para cercenarle la cabeza por completo pero esta vez falla y le corta la mandíbula destrozando el rostro de la bestia que muere en instantes. Una mujer horrorizada por lo que ha sucedido intenta salvar al niño pero las aguas se lo han tragado por completo, no hay señal de su cadáver y la mujer siente un terrible mareo, su visión comienza a oscurecerse y decide apartase de ahí. Las personas recogen los restos de la madre que ha muerto y deciden tirar los de la bestia al río.
El cielo empieza a nublarse y ellos se retiran lo más rápido posible, sienten un terrible miedo y la lluvia cae densa sobre sus rostros, apartando mares de ratas que se esconden entre la basura.
Un hedor asqueroso empieza a perseguir a los vecinos, en el interior de sus casas por varias horas, ellos tendrán la pesada tarea de soportar la pestilencia que los cubre, pues son los espíritus del río que están satisfechos por las almas que ha devorado el día de hoy. La gente de alrededor duerme después de un lúgubre funeral cuando ya ha caído la noche con temor a ser los próximos que caigan bajo el hechizo del río y sean devorados por él como el difunto niño o el pobre hombre del principio.
Tal vez no sea lo peor por lo que puedan pasar las personas que habitan cerca de ese lugar, lo que ellos no quieren ni imaginarse es llegar a convertirse en un abominable ser como aquella bestia, que sirva a los fantasmas del río y les entregue todas las victimas que éste les pida, y peor aún, convertirse en toda esa suciedad.
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