sábado, 10 de octubre de 2015

El decapitado que seguía hablando

Jimena era una niña de 10 años que tenía una extraña manía por coleccionar basura. Era una pequeña muy solitaria que vivía con su abuela y su madre la cual casi nunca estaba en casa y siempre usaba la excusa del trabajo para no pasar tiempo con ellas.

La abuela sometía a constantes regaños a Jimena por llenar la habitación de basura. Ella iba a los basureros y recogía cartón, empaques de comida, latas, vidrios, botellas de plástico, unicel y los acumulaba en su cuarto como si fueran adornos.

Jimena no tenía amigos, nadie nunca quería hablarle por sus extraños comportamientos, así que ella iba sola a los basureros después de las clases a llevarse lo que pudiera. Un día ella fue al río pues encontró cerros enteros de basura de todo tipo, el río era verde y pantanoso y había un terrible hedor cubriendo la zona pero a Jimena no le importaba mucho. Ella estaba buscando entre todos los desperdicios y encontró algo muy peculiar, quizás para ella un pequeño tesoro: un craneo humano. 

Ella examinó el craneo no sabía si era real, en su pequeña inocencia ella era inconsciente de lo que significaba encontrar un craneo humano entre la basura y entonces decidió guardarlo bastante entusiasmada por su hallazgo. Continuó en su búsqueda para ver si podía encontrar algo más, quizás otro hueso; en su ansiosa búsqueda ella encontró una bolsa con gatitos muertos que disparó un fétido olor que le provocó náuseas, perturbada decidió irse.

Jimena llegó a su habitación, sacó la basura que había recolectado y el craneo lo colocó en un mueble a lo alto para poder observarlo en la noche cuando la luz de la luna entrara por la ventana, a ella no le gustaba nada la oscuridad. Pasó un día normal, comió con un poco de recelo porque la imagen de los gatitos no salía de su cabeza e hizo la tarea, apenas llegó su madre en la noche para saludarla antes de dormir.

Jimena estaba dormida y sin ninguna razón ella despertó y abrió los ojos, se mantuvo despierta por algunos minutos y en algún momento recordó el craneo que había encontrado en la tarde, Jimena volteó a verlo y entonces ya no sólo era un simple craneo, sino que ahora tenía ojos y carne y lo que era peor, la cabeza parecía estar viva.

Jimena sintió que la sangre se le congelaba por todas las venas de su cuerpo seguido de un profundo dolor en los huesos presa de un terror inimaginable, un terror que muy pocos han sentido en la vida y nunca nadie quisiera vivirlo en carne propia. La cabeza hacía gestos y muecas, estremecía los musculos de la cara y hacía los ojos en blanco. Era una cabeza masculina sin cabello, con los rasgos del rostro afilados y pómulos prominentes que parecía sufrir un terrible dolor y Jimena lo veía claramente porque la luz de la luna que entraba por la ventana frente a él lo iluminaba perfectamente.

Jimena no sabía qué hacer, si irse lo antes posible al cuarto de su madre para quedarse con ella y que la arropara con el calor y el amor que una madre da, o gritar desesperadamente esperando que sólo fuera una pesadilla, pero si algo debe quedar claro en este momento es que lo que Jimena estaba viendo no era en lo más mínimo una pesadilla, la cabeza decapitada en su habitación que hacía gestos, era completamente real.

Jimena se volteó hacia el otro lado de su cama y se cubrío a media cara con las cobijas para no ver la cabeza pero no se imaginaba que entonces la cabeza iba a empezar a gesticular algunas palabras.

- Ayú... ayú... ayúda... me... e-estoy... su-sufriee... endo...

Jimena tuvo la fuerza suficiente para no desmayarse y agarró valor para levantarse inmediatamente e ir a la habitación de su madre, sus rodillas temblaban y tenía frío-calor, pensó que lo mejor era entrar en completo silencio al cuarto de su madre para no espantarla también a ella. Abrió un poco la puerta y vio a un hombre recostado encima de su madre haciendo el amor con ella en total silencio bajo las sábanas iluminados solamente por la luz de la televisión sin volumen. Jimena no sabía exactamente qué era lo que estaban haciendo pero su instinto le hizo sentir vergüenza, miedo, aquello que perturba a cualquier niño inocente ver a dos adultos llevando a cabo el acto sexual.

Los dos amantes no se percataron de que Jimena los había visto y ella cerró la puerta en total sigilo para que no la descubrieran. Pensó en irse con su abuela pero su abuela es una mujer gruñona de muy mal carácter, aparte tiene completamente prohibido molestarla si está dormida así que resignada y completamente abandonada a su suerte se vio obligada a regresar a su habitación. Jimena abre la puerta de su habitación y camina hacia su cama con la cara tapada para no ver la cabeza, ella se cubre completamente con las cobijas y pudo conciliar el sueño con las imágenes en su mente de los gatitos muertos, su madre haciendo el amor con un extraño y una cabeza decapitada que le había hablado.

Jimena despertó, lo hizo recordando lo que su madre le decía cada que tenía miedo y se iba a dormir con ella: "Debes ser una chica fuerte, no le debes de tener miedo nunca a nada." Tenía razón, ella no debía temerle a nada ni nadie, ella siempre debía ser valiente y el craneo que había encontrado el día anterior volvía a ser un simple y desgastado craneo, no una cabeza. Quizás había sido una pesadilla pero no dejaba de sentir recelo, así que después de un día igual a cualquier otro y de haber recolectado otro lote de basura cubrió el craneo con periódicos viejos, esta noche nadie ni nada la iba a asustar... qué equivocada estaba.

Jimena despertó en la noche otra vez y lo primero que vio fue la cabeza decapitada que ya no tenía nada cubierto encima y esta vez la cabeza miraba fijamente y con los ojos casi desorbitados a Jimena que sentía los musculos de todo su cuerpo engarrotarse del miedo y la impresión de ver esa cabeza cortada.

Ella inmediatamente se dio la vuelta y se cubrió con las cobijas a pesar de sentir mucho calor,  la cosa empeoró cuando la cabeza le empezó a hablar.

- No te cubras... quiero ver tu cuerpo...

Jimena comenzó a llorar pues la cabeza le insistia que se destapara y su voz era aguardentosa y monótona y para nada era agradable de escuchar. 

- No tengas miedo... sólo quiero ver tu cuerpo, déjame verlo...

Jimena comenzó a rezar, su madre le había enseñado hace mucho a hacerlo pero no lo recordaba del todo bien.

- No reces, nadie va a escucharte... no hay nadie que lo haga. Solamente yo estoy contigo... ¿Puedes ver aquello que está ahí parado en la esquina?

Jimena vuelve a estremecerse y levemente se asoma entre las cobijas para ver lo que la cabeza le había indicado.  Fue el peor error que pudo haber cometido.

En la esquina del cuarto, en lo más oscuro, estaba parada una silueta negra, enorme, y en la cabeza tenía gigantescos picos que asemejaban a unos cuernos.


Y aquel ser comenzó a caminar hacia Jimena y antes de que atravesara la ventana y ésta iluminara a aquel espectro, Jimena cerró completamente los ojos y se cubrió totalmente con las sábanas aterrada porque sabía que le haría daño. La cabeza hablaba:

- Él se comunica a través de mí y él hace lo que yo le pida. En este momento nosotros somos Dios y vas a hacer lo que nosotros queremos... te queremos a ti.

En ese momento Jimena sintió la yema de unos dedos largos y puntiagudos que recorrían su cuerpo de arriba a abajo y Jimena empezaba a llorar amargamente...

Al otro día Jimena despierta, no tiene ni la más mínima idea de cómo pudo quedarse dormida después de la macabra noche que había vivido. Ella se lleva el craneo a la escuela para devolverlo al basurero de donde lo sacó. Piensa en contarle a su abuela pero sabe que ella no la va a escuchar, su abuela solamente está para darle de comer y siempre le ha hecho ver que lo de colectar basura es una enfermedad mental suya y respecto a su madre, casi nunca está. Jimena está sola en esto y lo sabe perfectamente. Después de clase, va al río que es completamente verde y pastoso, posiblemente es más solido de lo que parece y ella avienta el craneo con toda su fuerza hasta sentir su hombro dormirse por un segundo al usar un exceso de fuerza; el craneo se pierde y Jimena se aleja a paso apresurado pues el cielo se empieza a nublar hasta hacerse completamente gris.

El día trasncurre normal, la abuela regaña fuertemente a Jimena y la obliga a recoger toda la basura que tiene en el cuarto. La abuela es una mujer de avanzada edad ya muy cansada y nunca está de buen humor y Jimena es la chica más asustada y vulnerable en este momento pues su abuela le hace ver que está completamente loca.

Una voz despierta a Jimena en la madrugada, ella abre los ojos y no lo puede creer, esa voz otra vez. La cabeza decapitada ha regresado y está muy molesta por lo que Jimena hizo.

- Sé que estás despierta estúpida perra, nunca te vas a poder deshacer de mí, yo soy eterno. Maldita puta ¡Te haré daño! te voy a lastimar, nunca debiste haber hecho eso.

Jimena se suelta en llanto y la cabeza se vuelve más agresiva.

- Voy a cortarle la cabeza a tu perra madre, haré que siga viva después de que le corte más de la mitad del cuello y después me cogeré su cuerpo sin cabeza, maldita puta ¿Me escuchaste pedazo de mierda? También mataré a la vieja de tu abuela, le voy a meter mi verga en su coño oxidado y podrido hasta que le salga por la boca y se muera y tú lo verás todo ¿Me entendiste puta?

Jimena abraza sus propias rodillas, llora en silencio y trata de dormir. Al otro día despierta, desvelada, cansada, toda la noche escuchó la cabeza amenazarla y decirle obscenidades. Descubrió enormes moretones y rasguños en su cuerpo, en el estómago y las piernas. Ella trató de esconder las marcas y al principio pasaron desapercibidas para la abuela, pero en la escuela, la maestra la descubrió.

- Jimena ¿quién te ha hecho esto? dime, no tengas miedo puedes confíar en mí, amor, yo te voy a cuidar. ¿Tu mamá te hizo esto?

Jimena movía la cabeza inmediatamente para aclarar que no era su madre o la abuela y entonces comenzaba a llorar sin pronunciar una palabra y su maestra la abrazaba. Pasó lo que Jimena se temía, llamaron a su abuela y la abuela fue hasta la escuela, habló a solas con la maestra mientras Jimena esperaba sudando frío afuera de la dirección.

La abuela se llevó a Jimena a la casa y por primera vez la abuela le dio un abrazo lo cual hizo sentir bien a Jimena.

- ¿Alguien te ha tocado? ¿Te han obligado a hacer algo que no quieres? Por favor dime, es importante que me digas qué tienes.

¿Cómo podría Jimena decirle que una cabeza decapitada y un demonio de más de dos metros la acechan en las noches? Ella solamente lloraba aterrada de que aquel espectro cumpliera su sentencia. La madre llegó a casa con lagrimas en los ojos, era una mujer muy joven.

- ¿Qué tienes mi amor, quién te hizo daño?

La abuela consumida en rabia empieza a atacar a su hija empeorando la situación.

- Deseguro fue uno de los tantos hombres que metes aquí a la casa, a la casa donde vivo yo y tu hija ¿Crees que no me doy cuenta? ¿Crees que soy pendeja? 

- ¿Cuáles hombres mamá? Eso no es cierto

- Te solapé muchas pendejadas pero esta ya no te la perdono o atiendes a esta niña o a ver qué haces.

Empieza el llanto de su madre, incluso el de la abuela y la tensión y los gritos empiezan a hacer estragos en Jimena que derrama espesas lagrimas y aprieta la mandíbula con todas sus fuerzas.

En la noche vuelve a escuchar esa asquerosa voz, esa maldita cabeza.

- Nunca conociste a tu padre ¿Verdad? yo sí, está allá abajo en la oscuridad, allá abajo todos chillan como cerdos en un matadero y tu papá es el que más chilla. Haré que lo conozcas tú también, ahora han venido algunas personas que quieren conocerte...

Jimena observa y ve cinco siluetas negras enormes alrededor en su cuarto, observándola desde la oscuridad.

- Ellos son tus ángeles de la guarda desde ahora y los vas a complacer en lo que quieran para siempre.

Jimena aterrada de ver como los cinco se acercan lentamente a ella pierde el conocimiento. Al otro día, Jimena ya no está en su casa lo que provoca la histeria de su madre y su abuela. Las autoridades llegan a casa y empiezan a buscar a Jimena en todos lados.

Pasan los días y la madre está completamente destrozada, incluso han investigado a su amante que Jimena vio aquella noche pero simplemente la investigación no da resultados. Nadie sabe ni sabrá qué pasó con Jimena. Una noche la madre se encontraba recostada en la cama de Jimena donde se pasaba horas enteras llorando de remordimiento por no haber pasado mucho tiempo con ella y la preocupación de dónde estará su niña. Entonces la mamá se levanta y empieza a buscar una última evidencia, abajo de la cama encuentra basura, cosa que la sorprende porque se había limpiado y examinado cada rincón de la habitación y entonces encuentra una nota escrita con el puño y letra de su propia hija, letra que conocía muy bien y al leerla aparte de aterrarla hace que se desmaye.

"Mami... ven aquí... me están lastimando mucho... mi papá está con ellos..."


Epílogo

Carlos y algunos compañeros van a jugar fútbol en el campo baldío cerca del río, huele muy mal pero para ellos es lo de menos, quieren jugar.

Carlos sabe jugar por lo tanto mete rápidamente un gol al equipo contrario lo que significa que ahora le toca ser portero en las reglas que ellos mismos han puesto.

El partido sigue su curso y el cielo se empieza a hacer gris, algo en la cabeza de Carlos le empieza a decir que quizá ya es hora de irse a casa. Él no le hace caso a su sexto sentido, y sigue ahí cuidando una porteria que hicieron con dos mochilas de postes, un compañerito le pega al balón muy duro y lo manda lejos adentrándolo a los terrenos pastosos cerca del río, Carlos va a buscar el balón solo entre los crecidos pastos, encuentra un ratón muerto bastante seco pero no le da importancia, sigue buscando sobre la superficie de los desperdicios de ese lugar y encuentra el balón a unos dos metros de donde está él, corre a recogerlo, pero en eso encuentra algo muy peculiar: un craneo humano.

Carlos levanta el craneo y no sabe si es real o falso pero lo va a guardar inmediatamente en su mochila, pues no quiere que los compañeritos lo vean para quedárselo, él no quiere jugar con él como lo haría cualquier otro de los niños que están ahí el va conservarlo en su habitación...


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